Una Migración a Irak
(Un relato de la vida del Noveno Imam Muhammad al Yauad)
traducción: Shamsuddín Elía
El soberano abbasí al-Mamūn llegó a la conclusión que para consolidar su imperio debía ganarse las simpatías y el apoyo de los iraníes, quienes había sido siempre amigos de Ahlul Bait. Consecuentemente, al-Mamūn fue forzado, desde un punto de vista político, a establecer contactos con la tribu de los Banu Fátima, en detrimento de las ligazones con los Banu Abbãs, y de esa forma alcanzar el respaldo de la Shi’a. De esa manera, declaró al Imam Ali ar-Rida su heredero, incluso contra la voluntad del propio Imam, y además se casó con Umm Aviva, la hermana del Imam. Al-Mamūn tenía las expectativas de que el Imam Ali ar-Rida otorgara su apoyo a los asuntos políticos del estado. Pero cuando descubrió que el Imam estaba muy poco interesado en los asuntos políticos y que las masas estaban cada vez más encolumnadas detrás de su grandeza espiritual, lo hizo envenenar.
A pesar de todo, sus pretensiones de que el Imam fuese su sucesor continuaron y en consecuencia quiso casar a su hija Umm al-Fadl con Muhammad al-Ŷauad, el hijo del Imam Ali ar-Rida, y por esta razón convocó al Imam a viajar de Medina a Irak. Los Banu Abbãs se volvieron muy desconcertados al enterarse que al-Mamūn estaba planeando casar a su hija con Muhammad al-Ŷauad. Una delegación de sus dirigentes intentaron persuadirlo de sus intenciones, pero al-Mamūn no dejaba de admirar las enseñanzas y excelencias del Imam. Él decía que, «aunque el Imam Muhammad al-Ŷauad era muy joven, era el verdadero sucesor de su padre en todas las virtudes y que los más encumbrados sabios del mundo islámico no podían competir con él». Cuando los Abbásidas entendieron que al-Mamūn reconocía la superioridad de las enseñanzas del Imam, eligieron a Yahya Ibn Aktham, el gran sabio y jurista de Bagdad, para contender con él.
Al-Mamūn hizo proclamar y organizar un gran encuentro para la contienda intelectual que resultó con la convocatoria de una inmensa multitud proveniente de todas las regiones del reino. Además de los cortesanos y funcionarios oficiales, hubo novecientos sitios reservados solamente para eruditos y letrados. El mundo se preguntaba cómo un joven podría competir con veteranos jueces versados en los más complejos asuntos judiciales (qadi al-qudãt) y con los sabios más célebres de Irak.
Muhammad al-Ŷauad estaba sentado al lado de al-Mamūn, que reposaba en su trono, y cara a cara con Yahya Ibn Aktham que le hizo la siguiente pregunta: «¿Me permitirías hacerte una pregunta?». «Pregunta lo que desees», contestó el Imam con el tono y la disposición típica de sus ancestros. Yahya entonces preguntó al Imam: « ¿Cuál es tu veredicto sobre un hombre que se complace en cazar mientras está en estado de ihram ( estado de pureza del peregrino; la ley islámica estipula que, entre otras disposiciones, le está prohibido cazar animales)?
El Imam respondió inmediatamente: «Tu pregunta es vaga y engañosa. Tú deberías haber definitivamente mencionado si él caza dentro o fuera de la jurisdicción de la Ka’ba, si es letrado o iletrado, si es un esclavo de un hombre libre, si es mayor o menor, si es la primera vez que lo hace o lo ha hecho previamente, si la víctima fue un pájaro u otra criatura, si la presa fue grande o pequeña, si fue cazada de día o de noche, si el cazador se arrepintió de su acción o persistió en ello, si lo hizo secreta o públicamente, si su estado de ihram era para una umrah (pequeña peregrinación) o para un haŷŷ (gran peregrinación). Si estos puntos no son explicados, no se puede dar una respuesta específica a esta cuestión.
Al-Qadi Yahya se quedó temblando luego de escuchar las palabras del Imam y la audiencia entera quedó atónita.
No hubo límite para el regocijo de al-Mamūn. El expresó sus sentimientos de alegría y admiración a través de: «¡Bravo!», «¡Muy bien hecho!», «¡Oh, Abu Ŷa’far!», «Tus enseñanzas y ejemplos están más allá de todos los elogios». Ya que al-Mamūn deseaba desprestigiar completamente al oponente del Imam, él le sugirió a éste: «Tu deberías ahora hacerle alguna pregunta a Yahya ibn Aktham». Entonces Yahya observó: «Sí, tú deberías hacerme algunas preguntas. Si sé la respuesta, la diré. Si no, te solicitaré que tú mismo la respondas». Entonces el Imam hizo una pregunta que Yahya no supo responder. Luego el Imam emitió la respuesta apropiada.
Entonces al-Mamūn se dirigió a la audiencia de este modo: «¿Acaso no he dicho que el Imam viene de una familia elegida por Allah para ser depositaria del conocimiento y la enseñanza?». «¿Hay alguien en el mundo que pueda rivalizar incluso con los niños de esta familia?». Todos entonces contestaron al unísono: «Sin lugar a dudas, no hay nada que se pueda comparar con Muhammad Ibn Ali al-Ŷauad». Entonces luego en una asamblea al-Mamūn casó a su hija Umm al-Fadl con el Imam y distribuyó gratuitamente presentes y donaciones entre sus súbditos como señal de regocijo. Un año después de su casamiento, el Imam retornó a Medina desde Bagdad con su esposa y allí se dedicó a predicar los mandamientos de Allah.
(Un relato de la vida del Noveno Imam Muhammad al Yauad)
traducción: Shamsuddín Elía
El soberano abbasí al-Mamūn llegó a la conclusión que para consolidar su imperio debía ganarse las simpatías y el apoyo de los iraníes, quienes había sido siempre amigos de Ahlul Bait. Consecuentemente, al-Mamūn fue forzado, desde un punto de vista político, a establecer contactos con la tribu de los Banu Fátima, en detrimento de las ligazones con los Banu Abbãs, y de esa forma alcanzar el respaldo de la Shi’a. De esa manera, declaró al Imam Ali ar-Rida su heredero, incluso contra la voluntad del propio Imam, y además se casó con Umm Aviva, la hermana del Imam. Al-Mamūn tenía las expectativas de que el Imam Ali ar-Rida otorgara su apoyo a los asuntos políticos del estado. Pero cuando descubrió que el Imam estaba muy poco interesado en los asuntos políticos y que las masas estaban cada vez más encolumnadas detrás de su grandeza espiritual, lo hizo envenenar.
A pesar de todo, sus pretensiones de que el Imam fuese su sucesor continuaron y en consecuencia quiso casar a su hija Umm al-Fadl con Muhammad al-Ŷauad, el hijo del Imam Ali ar-Rida, y por esta razón convocó al Imam a viajar de Medina a Irak. Los Banu Abbãs se volvieron muy desconcertados al enterarse que al-Mamūn estaba planeando casar a su hija con Muhammad al-Ŷauad. Una delegación de sus dirigentes intentaron persuadirlo de sus intenciones, pero al-Mamūn no dejaba de admirar las enseñanzas y excelencias del Imam. Él decía que, «aunque el Imam Muhammad al-Ŷauad era muy joven, era el verdadero sucesor de su padre en todas las virtudes y que los más encumbrados sabios del mundo islámico no podían competir con él». Cuando los Abbásidas entendieron que al-Mamūn reconocía la superioridad de las enseñanzas del Imam, eligieron a Yahya Ibn Aktham, el gran sabio y jurista de Bagdad, para contender con él.
Al-Mamūn hizo proclamar y organizar un gran encuentro para la contienda intelectual que resultó con la convocatoria de una inmensa multitud proveniente de todas las regiones del reino. Además de los cortesanos y funcionarios oficiales, hubo novecientos sitios reservados solamente para eruditos y letrados. El mundo se preguntaba cómo un joven podría competir con veteranos jueces versados en los más complejos asuntos judiciales (qadi al-qudãt) y con los sabios más célebres de Irak.
Muhammad al-Ŷauad estaba sentado al lado de al-Mamūn, que reposaba en su trono, y cara a cara con Yahya Ibn Aktham que le hizo la siguiente pregunta: «¿Me permitirías hacerte una pregunta?». «Pregunta lo que desees», contestó el Imam con el tono y la disposición típica de sus ancestros. Yahya entonces preguntó al Imam: « ¿Cuál es tu veredicto sobre un hombre que se complace en cazar mientras está en estado de ihram ( estado de pureza del peregrino; la ley islámica estipula que, entre otras disposiciones, le está prohibido cazar animales)?
El Imam respondió inmediatamente: «Tu pregunta es vaga y engañosa. Tú deberías haber definitivamente mencionado si él caza dentro o fuera de la jurisdicción de la Ka’ba, si es letrado o iletrado, si es un esclavo de un hombre libre, si es mayor o menor, si es la primera vez que lo hace o lo ha hecho previamente, si la víctima fue un pájaro u otra criatura, si la presa fue grande o pequeña, si fue cazada de día o de noche, si el cazador se arrepintió de su acción o persistió en ello, si lo hizo secreta o públicamente, si su estado de ihram era para una umrah (pequeña peregrinación) o para un haŷŷ (gran peregrinación). Si estos puntos no son explicados, no se puede dar una respuesta específica a esta cuestión.
Al-Qadi Yahya se quedó temblando luego de escuchar las palabras del Imam y la audiencia entera quedó atónita.
No hubo límite para el regocijo de al-Mamūn. El expresó sus sentimientos de alegría y admiración a través de: «¡Bravo!», «¡Muy bien hecho!», «¡Oh, Abu Ŷa’far!», «Tus enseñanzas y ejemplos están más allá de todos los elogios». Ya que al-Mamūn deseaba desprestigiar completamente al oponente del Imam, él le sugirió a éste: «Tu deberías ahora hacerle alguna pregunta a Yahya ibn Aktham». Entonces Yahya observó: «Sí, tú deberías hacerme algunas preguntas. Si sé la respuesta, la diré. Si no, te solicitaré que tú mismo la respondas». Entonces el Imam hizo una pregunta que Yahya no supo responder. Luego el Imam emitió la respuesta apropiada.
Entonces al-Mamūn se dirigió a la audiencia de este modo: «¿Acaso no he dicho que el Imam viene de una familia elegida por Allah para ser depositaria del conocimiento y la enseñanza?». «¿Hay alguien en el mundo que pueda rivalizar incluso con los niños de esta familia?». Todos entonces contestaron al unísono: «Sin lugar a dudas, no hay nada que se pueda comparar con Muhammad Ibn Ali al-Ŷauad». Entonces luego en una asamblea al-Mamūn casó a su hija Umm al-Fadl con el Imam y distribuyó gratuitamente presentes y donaciones entre sus súbditos como señal de regocijo. Un año después de su casamiento, el Imam retornó a Medina desde Bagdad con su esposa y allí se dedicó a predicar los mandamientos de Allah.
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